miércoles, 22 de abril de 2009

VENTAJAS DE LAS COMUNIDADES BILINGÜES (Y ii)


Pues al parecer no estaba tan equivocado cuando, hace ya más de un año (creo que casi dos), cuestionaba las supuestas ventajas de las comunidades autónomas con un segundo idioma oficial. Y es que al parecer los señores políticos, cuyas motivaciones suelen estar ocultas, oscurecidas o simplemente fuera del alcance de los mortales, no se ponen de acuerdo ni entre ellos.

Hace cosa de dos años, cuando mi hijo ingresó en infantil (en valenciano), nos vendieron cuántas ventajas nos ofrece esta Comunidad que tiene un segundo idioma a parte del español. Pues ahora, en la comunidad de las matemáticas (Madrid), sigue sumando y ahora nos presentan 206 centros de enseñanza bilingües. Pero bilingües en Inglés. Toma, y mientras los aventajados de los valencianos, que queremos formar a nuestros hijos para un mercado laboral cada vez más exigente y competitivo, donde el Inglés es condición necesaria aunque no suficiente, nos tenemos que rascar y bien el bolsillo. Y los tiempos además acompañan.

El inglés, como cualquier idioma, hay que mamarlo desde bien pequeño, si se quiere dominar. Si no nos encontramos con gente, como nuestros líderes políticos que, en el mejor de los casos, lo chapurrean. Y no sé si es peor decir abiertamente “no sé hablar inglés, ni escucharlo” o hacer el ridículo, también abiertamente mientras surgen sonidos que se parecen al idioma de Shakespeare como una bicicleta a un hidroavión.

Pues esto les tendría que servir de ejemplo, como a un servidor que, pese a ser el tuerto en el reino de los ciegos, soy consciente de mis limitaciones para con la lengua de los negocios por excelencia y, aún hoy en día, sigo esforzándome por mejorar y perfeccionar. Como no quiero que a mi hijo le suceda lo mismo he tomado las medidas oportunas, he tirado de talonario y adelante, salga el sol por Antequera, lo he matriculado en un “British”.


Cada uno invierte la pasta donde cree que más rendimiento va a obtener. Yo , de momento estoy más que satisfecho. Hay quien me critica o me tacha de adinerado. Nada más lejos de la realidad. Soy un trabajador y simplemente no tengo un Mercedes, ni frecuento restaurantes, ni vivo la noche. Sé que el único legado que acompañará a mi muchacho de por vida es la educación. Eso tarde o temprano lo valorará y nadie, ni Hacienda, se lo podrá quitar.